viernes, 11 de marzo de 2011

Que revelador es mirar en el borde de un precipicio hacia atrás
El mar lame mis pestañadas quemadas por el sol.
¡No me llores, te lo ruego!
El pelo me viene a los ojos y a los labios, buscando
a ciegas mis lágrimas, tus sonrisas.
¡Cállate! Jamás quiero escuchar tu risa,
ni perderme en la orilla del océano

Escucho estallar los huesos de tus brazos,
y mis ojos buscan un borde donde sujetar
las arañas, albinas asesinas
¡Para poder chillarte en el oído!
Alejate para siempre, ¡pero dejáme arrastrarte!
Llevarte al estado más esquizoide,
sujetarte entre dos alambres que te arañan,
inmolarte en mi rabia descontrolada.

Y pedirte el silencio consagrado.
Cuando me aparte de tí, no busques mi rostro
Me confundiré entre la guerra,
haciendo que me pierdas de vista.
En realidad, simplemente, estoy aquí.

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